La dieta cetogénica o keto es un tipo de dieta muy baja en hidratos de carbono y muy rica en grasas, normocalórica, que permite alcanzar un estado de cetosis en el organismo. La cetosis es el término médico que se utiliza para definir un estado donde el cuerpo utiliza las grasas, en lugar de los hidratos de carbono como combustible energético del organismo, oxidando los ácidos grasos a través de la beta-oxidación y dando lugar a la formación de los diferentes cuerpos cetónicos utilizados como sustratos energéticos.
Forma parte del tratamiento anticonvulsivo y el cuidado del paciente epiléptico, pudiendo tener también propiedades neuroprotectoras y anti-epileptógenas, aumentando su potencial clínico como una intervención positiva para el tratamiento de diferentes enfermedades.
Aunque, la metodología de las diferentes investigaciones científicas, puedan presentar pequeñas variaciones, puede establecerse que: En las primeras etapas de este tratamiento, se deben consumir alrededor de 50 g de hidratos de carbono por día.
Resultados positivos:
– Los sujetos que fueron asignados a una dieta cetogénica obtuvieron mayor reducción de su peso y su masa grasa que aquellos sometidos a una dieta hipocalórica baja en grasas.
– La dieta cetogénica produjo una disminución superior de los triglicéridos sanguíneos que la dieta baja en grasas.
– La dieta cetogénica produjo una mayor disminución de la presión arterial diastólica que la dieta baja en grasas.
Resultados negativos:
– La dieta cetogénica produjo un aumento significativamente superior del “Colesterol Malo”
– La dieta cetogénica produjo una disminución significativamente mayor del “Colesterol Bueno”
Si bien la mayoría de los estudios científicos conducidos para valorar la capacidad de esta dieta de reducir el peso graso parecen no mostrar efectos negativos sobre la salud, no se ha encontrado evidencia científica disponible que permita sacar conclusiones sobre ciertos marcadores patológicos muy importantes a controlar en cualquier tratamiento nutricional.
Se debería considerar especialmente la posibilidad de infiltración lipídica en el hígado, posibles cambios en la función endotelial, el desarrollo de eventos cardiovasculares como infarto de miocardio, isquemias, posibles modificaciones en la función renal, mayor probabilidad de litiasis renal, así como el control de la glucemia, entre otros.
Los resultados observados en relación a la pérdida de peso graso son satisfactorios y mayores, a los obtenidos con una dieta convencional hipocalórica, que permite un consumo más elevado de carbohidratos. No obstante, la realización de esta dieta por el plazo de 1 año, puede producir consecuencias desfavorables asociadas a todos los factores de riesgo mencionados.
La mayoría de los estudios científicos conducidos sobre este tema, remarcan una preocupación generalizada acerca de la prescripción de esta dieta en la práctica diaria debido a la dificultad de adherencia de los pacientes a la misma, que en la mayoría de los casos es muy baja.
Se debe tener en cuenta que implica impactantes cambios en el estilo de vida del paciente, así como de su estado psicológico y de sus relaciones sociales que para la mayoría de las personas y en gran parte del día, giran en torno a la comida.