El estudio de la composición corporal permite cuantificar las reservas corporales del organismo y, por tanto, detectar y corregir problemas nutricionales como situaciones de obesidad, en las que existe un exceso de grasa o, por el contrario, desnutriciones, en las que la masa grasa y la masa muscular podrían verse sustancialmente disminuidas. Así, a través del estudio de la composición corporal, se pueden juzgar y valorar la ingesta de energía y los diferentes nutrientes, el crecimiento o la actividad física. Los nutrientes de los alimentos pasan a formar parte del cuerpo por lo que las necesidades nutricionales dependen de la composición corporal.
El control, prevención y diagnóstico de sobrepeso y obesidad requiere de una buena evaluación en la consulta de los profesionales de la salud. Normalmente el diagnostico de obesidad o sobrepeso se obtiene con el cálculo del índice de masa corporal (IMC), éste no siempre es un diagnostico útil para todos.
En ocasiones algunas mujeres pueden presentar aumento de peso corporal (y por lo tanto estar fuera de rango en IMC) durante su periodo menstrual o en caso de tener retención de líquidos. De igual forma una persona con exceso de masa muscular podría ser diagnosticado como obesidad si se calcula por medio del IMC.
Evaluar correctamente la composición corporal de nuestro cuerpo tiene diversas funciones y nos sirve para:
– Evaluar la calidad de entrenamiento
– Evaluar la calidad de dieta
– Conocer si el crecimiento y desarrollo de un niño o adolescente es el adecuado
– Conocer la pérdida o ganancia de masa muscular y de grasa corporal
El peso es la suma de los componentes de nuestro organismo: agua, grasa, músculo, hueso. Cualquiera de los componentes puede tener variaciones a lo largo de nuestra vida.
La mejor manera de dar un diagnóstico certero es mediante la composición corporal que incluye:
Masa grasa total: es el componente esencial de reserva energética y tiene variaciones a lo largo de la vida, también varía por sexo y edad.
Masa muscular: conocer la cantidad de músculo que tenemos nos permite evaluar el entrenamiento físico, conocer si el programa de alimentación aporta la cantidad suficiente de proteína y que el descanso sea suficiente.
Agua corporal: conocer la cantidad de todos líquidos que existen en nuestro cuerpo nos permite prevenir o diagnosticar deshidratación o retención de líquidos y diseñar una buena estrategia de hidratación.
La cantidad y el porcentaje de todos estos componentes es variable y depende de diversos factores como edad o sexo, entre otros. Una vez alcanzada la adolescencia las mujeres adquieren mayor cantidad de grasa corporal que los hombres y esta diferencia se mantiene en el adulto, de forma que la mujer tiene aproximadamente un 20‐25% de grasa mientras que en el hombre este componente sólo supone un 15% o incluso menos.
Existe una clara diferencia en la distribución de la grasa. Los hombres tienden a depositarla en las zonas centrales del organismo, en el abdomen y en la espalda, mientras que en las mujeres se encuentra preferentemente en zonas periféricas (en caderas y muslos). Esta diferente distribución permite distinguir dos somatotipos: el androide o en forma de manzana en el caso de los hombres y el ginoide o en forma de pera en las mujeres. El primero puede representar un mayor riesgo para desarrollar algunas enfermedades crónico‐degenerativas. Con la edad se produce una internalización de la grasa y un aumento del depósito en las zonas centrales del cuerpo. La relación circunferencia de cintura / circunferencia de cadera (RCC) permite estimar el riesgo de enfermedad crónica relacionado con la distribución de la grasa corporal.